Al
completo el hermoso prado que en su esplendor primaveral lucía lleno de
margaritas-jaramagos, florecillas violetas y algún que otro insecto
salta-volador, nos pusimos manos a la magna obra de montar nuestros aparatos
(mi Quevedo Vixen BT-80 merece párrafo aparte) antes de que el ocaso nos dejara
a oscuras aunque antes de que tal cosa sucediera, Paco había puesto en marcha
su máquina de retratar, quedando así todos, hermosos y risueños registrados
para la posteridad. Seguidamente nos convocó alrededor de su mesa en la que
había puesto el riquísimo néctar de naranja que de su ciudad, Bollullos par del
Condado nos traía, aderezado por un bizcocho salido de las exquisitas manos de
su mujer, María José.
Y
dejando tras un buen rato estos menesteres tan saludables para el cuerpo y
espíritu, nos pusimos manos a los prismáticos para cumplir la tarea encomendada
por Paco de hacer bocetos con los diferentes y variados oculares, ya que además
de los de los prisma habituales, teníamos otros más, uno de ellos en su primera
luz de los que, su propietaria nos contará sus impresiones (emplazada queda, amiga Belén).
Y
paso ahora a contar las venturas y desventuras de mi quevedo que, desde la
malhadada observación del Castillo de Alanís, anda todo díscolo y revuelto (la
morisca Aixa se lo sopló al oído). Ya había conseguido yo colocar el soporte
con su láser, que en un principio no me funcionaba debido a que le tenía puesta
la pila al revés, pero te juro Jesús que lo había probado anteriormente por
ambos lados, incluso de canto, pero hasta que llegaste no quiso echarme cuenta
el tal artilugio; tampoco los ajustes del alojamiento de los oculares estaban
finos pero según me habían dicho Paco y Jesús, había por allí unas manos
mágicas, las de José Antonio, que acercándose con una Allen delgadísima ajustó
unos tornillos que estaban ¡menos mal! allí, pero flojos. Todo en orden ya,
menos los asistentes que estábamos todos soliviantados de un lado a otro,
mirando por aquí y por allá por lo que se hizo necesaria una sentada para
reponernos con el bocadillo, frutos secos y otras delicadezas.
Y
ya para terminar y no cansaros más con estas impresiones, puedo decir que mi
observación fue de M46, M47 y M48, los cúmulos indicados por Paco de los que
intentaré hacer los bocetos; el magnífico M13, Saturno, Marte y por último
Júpiter al que en un principio sólo le distinguí 3 satélites, pero después de
darme un paseo por otros telescopios, al asomarme de nuevo al mío ya le pude
ver, el cuarto, que acababa de salir de detrás.
Como a pesar
de lo bien que lo estábamos pasando era ya pasada la una, recogimos varios y
tras despedirnos de la concurrencia, me enfrenté a mis dos horas de vuelta que
hice con no más de tres bostezos, pero Belén me iba amenizando-espabilando con
las vivencias de tan estupenda noche.
María Reyes Hereza
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Tomo tu emplazamiento
querida amiga, aunque ya sabes que no soy dada a estas envergaduras, estas
fueron mis impresiones del estreno...
Pues
bien, tras montar el trípode y colocar los prismáticos, (Celestron 15 x 70),
empecé a ajustarlos a mi visión mientras solicitaban mi presencia para un
chatito del exquisito vino de Paco (disculpas por no prestaros la suficiente
atención), pero en esos momentos lo único que me abstraía era alcanzar mi
objetivo, y una vez conseguido con esa preciosa Luna,¡¡ voilà!! Los cráteres se
vislumbraban perfectamente como en mi telescopio...imagen perfecta,
Conseguido
ya mi propósito...ahora sí, probé el rico vino y la delicia de bizcocho de su
repostera particular, y empecé a rastrear el cielo en la búsqueda que el
maestro Paco me iba indicando, con un método muy práctico e incluso divertido, yo lo he llamado
"el salto del reloj", enseguida capté la intención y el
procedimiento.
La
Luna, los cúmulos M46, 47, M48, M13, Júpiter
con tres de sus satélites (el otro se vio más tarde pero se me pasó volver a
este), Nebulosa de Orión, ya muy baja en el horizonte, Marte, Saturno (no le
distinguía bien los anillos, acostumbrada al telescopio, pero se veía bien
clara la forma), el Asterismo del sombrero de Napoleón junto a la preciosa Arturo, y cúmulos abiertos en Auriga y Cáncer compartidos en el mismo campo de
visión de mis oculares, cosa que me encantó, y además con una nitidez
asombrosa.
En
resumen, estoy muy contenta con el Celestron y creo que de ahora en adelante me voy a acomodar a ellos,
tienen buena óptica y es cómodo eso de no tener que cargar con tanto
cacharreo...
Antes
de empezar a recoger, momentos de tertulia y relajación...después, un poco de
silencio para sentirme en el cosmos, como esa minúscula esencia humana que
somos, consciente de este hecho...siempre tengo que conseguir sentir esto, sino
no quedo satisfecha con la noche de observación.
Gracias
a todos, por tan buen rato y en especial a Paco que me ayudó a que el estreno
de mis prismáticos fuera ¡¡ inolvidable!!
Abrazos
y hasta la próxima
Belén Villalobos
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