viernes, 5 de septiembre de 2014

LAS COSAS DE "QUEVEDO"

Mi "quevedo" anda mosqueado conmigo, creo que porque él me repite que su nombre auténtico no es ese,  sino BT80 y que yo me empeño en llamarlo como su ilustre pariente por aquello de que también usaba lentes de aumento y me parece un símil muy oportuno... pero quizás no sea esta la razón: En una observación en el Castillo de Alanís, tuve un leve altercado con una sombra que se paseaba por las almenas y me tapaba el horizonte; al marcharme,  la taimada se quería quedar con quevedo y en el forcejeo, vino éste a dar con sus oculares de punta en el suelo.
Desde entonces no levantaba cabeza el pobre mío y se negaba a darme la mínima imagen de lo que buscaba. Un buen amigo, por todos admirado y conocido, me aconsejó que le pusiera un soporte para láser pues me facilitaría la búsqueda, y heme aquí que provista de la parafernalia correspondiente, el soporte que no sujeta, se resbala, se cae y, en resumen se carcajea de mí haciéndole eco al ladino quevedo.
Pero ¡ah!, yo paciente, tornillo por aquí, tuerca por allá, pletinas, mordazas, pegamento, bocata de jamón dergüeno, pude al fin encontrar diversas opciones. 

Deseosa de probarlas salí con tal intención en la observación de junio, pero un mal encontronazo en un cruce de carretera "de cuyo nombre no quiero acordarme" nos impidió a Belén y a mí seguir nuestro camino.
Arreglado el desaguisado y de nuevo en la observación de julio, compuesto mi quevedo, todo guapo bien envuelto en su bolsa, la de la comida, agua,  ropabrigo, las llaves del coche agarradas, ... sacando todo el utillaje al descansillo cierro la puerta y ¡zaass!, portazo y la llave de "mi casaaaaaa" ¡puestas por dentro! No pude más que sentarme en medio de los trastos en la escalera y de tal obnubilación vino a sacarme quevedo que me gritaba... ¿pero qué haces ahí sentada desgraciada? ¡No ves que tienes que llamar a un cerrajero, son las ocho y sábado... porque no pensarás que será fácil! Pues no, ni fácil ni barato fue, quevedito mío...
Una que no cree en gafes ni mal farios ni otras zarandajas del estilo, lo tomó en brazos de nuevo el viernes 22 Agosto porque había un II memorial Eduardo Fuentesal en la Picota. Y fue un hermoso recuerdo: en su honor brindamos con riquísimos néctares, hermanados con deliciosos pasteles salidos de amorosa cocina, y ya la noche, estupenda noche, bien oscura, todos los artefactos montados, nos dedicamos a los deberes que nos había preparado PacoTello. La numerosa concurrencia, entre jóvenes y maduros, muchos iban por primera vez, hacía cada cual lo que podía. 
Conté con la gran ayuda de Antonio, un nuevo compañero, que cogió a quevedo y sin dejarlo chistar, lo enderezó de dos golpes. Y en mi observación y en la de los demás, vimos los más bellos objetos del verano, además de un hermoso cometa que se paseaba por Casiopea. Al entrar en el doble cúmulo pude oír al hombrecillo de Perseo que me decía: "bravo MR tu constancia merece premio", "¡eso espero el día 9, le respondí... en el III Memorial, ya te contaré!"
Las Pléyades aparecían subiendo sigilosas entre dos arbustos. Las enfoqué, en invitando a los que quisieron acercarse a contemplarlas, hora ya de recoger, volvimos en un primer tramo con Paco y Antonio y en un segundo tramo, seguida por Pepa Jesús, llegaba al garage, con algo de yuyu, a las cuatro de la madrugada. Pero hay que vencerlo.



Maria Reyes Hereza.

1 comentario:

  1. Muy buena historia Mª Reyes, me ha divertido tu narrativa.
    Y me encanta el nombre escogido para tus binoculares. Sólo espero que no encuentre a un Góngora en la próxima observación:-)

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