Mi "quevedo" anda mosqueado conmigo, creo que porque él me repite que su nombre
auténtico no es ese, sino BT80 y que yo
me empeño en llamarlo como su ilustre pariente por aquello de que también usaba
lentes de aumento y me parece un símil muy oportuno... pero quizás no sea esta
la razón: En una observación en el
Castillo de Alanís, tuve un leve altercado con una sombra que se paseaba por
las almenas y me tapaba el horizonte; al marcharme, la taimada se quería quedar con quevedo y en
el forcejeo, vino éste a dar con sus oculares de punta en el suelo.
Desde
entonces no levantaba cabeza el pobre mío y se negaba a darme la mínima imagen
de lo que buscaba. Un buen amigo, por todos admirado y conocido, me aconsejó
que le pusiera un soporte para láser pues me facilitaría la búsqueda, y heme
aquí que provista de la parafernalia correspondiente, el soporte que no sujeta,
se resbala, se cae y, en resumen se carcajea de mí haciéndole eco al ladino
quevedo.
Pero ¡ah!, yo paciente,
tornillo por aquí, tuerca por allá, pletinas, mordazas, pegamento, bocata de
jamón dergüeno, pude al fin encontrar diversas opciones.
Deseosa
de probarlas salí con tal intención en la observación de junio, pero un mal
encontronazo en un cruce de carretera "de cuyo nombre no quiero
acordarme" nos impidió a Belén y a mí seguir nuestro camino.
Arreglado
el desaguisado y de nuevo en la observación de julio, compuesto mi quevedo,
todo guapo bien envuelto en su bolsa, la de la comida, agua, ropabrigo, las llaves del coche agarradas,
... sacando todo el utillaje al descansillo cierro la puerta y ¡zaass!, portazo
y la llave de "mi casaaaaaa" ¡puestas por dentro! No pude más que
sentarme en medio de los trastos en la escalera y de tal obnubilación vino a
sacarme quevedo que me gritaba... ¿pero qué haces ahí sentada desgraciada? ¡No
ves que tienes que llamar a un cerrajero, son las ocho y sábado... porque no
pensarás que será fácil! Pues no, ni fácil ni barato fue, quevedito mío...
Una que no cree en gafes ni mal farios ni otras zarandajas del estilo,
lo tomó en brazos de nuevo el viernes 22 Agosto porque había un II memorial
Eduardo Fuentesal en la Picota. Y fue un hermoso recuerdo: en su honor
brindamos con riquísimos néctares, hermanados con deliciosos pasteles salidos
de amorosa cocina, y ya la noche, estupenda noche, bien oscura, todos los
artefactos montados, nos dedicamos a los deberes que nos había preparado
PacoTello. La numerosa concurrencia, entre jóvenes y maduros, muchos iban por
primera vez, hacía cada cual lo que podía.
Conté
con la gran ayuda de Antonio, un nuevo compañero, que cogió a quevedo y sin
dejarlo chistar, lo enderezó de dos golpes. Y en mi observación y en la de los
demás, vimos los más bellos objetos del verano, además de un hermoso cometa que
se paseaba por Casiopea. Al entrar en el doble cúmulo pude oír al hombrecillo
de Perseo que me decía: "bravo MR tu constancia merece premio",
"¡eso espero el día 9, le respondí... en el III Memorial, ya te
contaré!"
Las
Pléyades aparecían subiendo sigilosas entre dos arbustos. Las enfoqué, en
invitando a los que quisieron acercarse a contemplarlas, hora ya de recoger,
volvimos en un primer tramo con Paco y Antonio y en un segundo tramo, seguida
por Pepa Jesús, llegaba al garage, con algo de yuyu, a las cuatro de la
madrugada. Pero hay que vencerlo.
Maria Reyes Hereza.
Muy buena historia Mª Reyes, me ha divertido tu narrativa.
ResponderEliminarY me encanta el nombre escogido para tus binoculares. Sólo espero que no encuentre a un Góngora en la próxima observación:-)