Observación de la noche del 2 al 3 de
Septiembre
Por Alfredo García
De nuevo a la aventura de la
observación y pasar un buen rato en compañía de amigos geniales. Esta vez con
más ganas aún que la anterior, curiosa esta afición cuyo interés al menos en mi
es un pozo sin fondo. Tras una ruta sin incidentes en el tráfico, aunque con
bastante movimiento, llego a la zona elegida para esta ocasión especial: La
Picota. :-) Me encuentro que ya estaban, a eso de las 8 y poco, los primeros
peregrinos al sol, como si nada, a pesar de que la temperatura era elevada aún.
Bueno, como si nada no, pues me dicen que hacía bastante calor, y que empezaban
a notar en ese instante algo de más fresco, será porque llegué yo que soy un
fresco... bromas aparte. Tras saludar a los colegas me dispongo a montar el
equipo para no andar con jaleos posteriores, aunque los hubo también.
Mi objetivo para esa
observación, fue principalmente el telescopio, intentar conocerlo un poco mejor
pues desde hace algún tiempo noto que presenta vibraciones que hacen muy
molesta la observación y prácticamente imposible fotografiar. Así que con
paciencia y mi caña, me puse a intentar hacer una puesta en estación en
condiciones, sabiendo lo que hacía y porqué lo hacía, practicar la colimación
para ajustar bien la imagen y finalmente si había tiempo algo de observación y
por qué no, alguna fotillo.
La puesta en estación me
sirvió para darme cuenta que el tornillo azimutal izquierdo de la montura no
enroscaba bien, y tras varios intentos me olía que la rosca se podía haber
pasado. Confirmé la "calamidad" con Carlos, a quien desde aquí
agradezco toda la atención que me prestó por la noche pues fueron varias las
consultas que le tuve que hacer. Estupendo maestro esa noche para acercarse sin
miedos a esto de la mecánica y bricolaje astronómico. Continuo con el
periplo... tras liarme un poco ajustando el trípode a la montura, el azimut, la
altura (declinación), y el láser con el telescopio consigo entender algo mejor
el mecanismo, pero me doy cuenta que para ajustar con la polar hay que ser un
poco más metódico y ordenado para evitar tener que hacer movimientos con el
telescopio ya montado, más que nada porque pesa un "huevo". El caso es que por
más que lo intentaba no ajustaba bien el láser a la polar porque todo el
sistema ajustado con los mandos de azimut y altura se me desajustaban al
apretar el tornillo que sujeta la montura al telescopio... Al final con más
maña que otra cosa, objetivo conseguido. En el proceso de puesta en estación,
le pido a Antonio el ocular reticulado para intentar centrar con la mayor
precisión posible las estrellas que seleccionara en este procedimiento, y
sinceramente fue una experiencia muy esclarecedora porque lo que tú crees que
es el centro, no lo es, y claro, eso implica añadir un error en el mapa que
crea la computadora a la hora de estacionarse. Tal vez cosas de las monturas
ecuatoriales sin GPS y esas cosas, pero superables... En fin, que aunque
también iba con la idea de probar ese gran ocular y comprarlo a Antonio, el
hecho de no haber aún probado con el buscador de la polar y la idea de que la montura
ahora requiere de más atención, finalmente decido esperar un poco antes de
comprarlo. Desde luego es toda una ayuda ese tipo de oculares para centrar
estrellas. Antes o después creo que lo compraré pues es una lanza más a favor
de una buena puesta en estación, sobretodo con vistas a la astrofotografía.
Mientras tanto, al llegar Paco
Tello al recinto tuvo la circunstancia de que se dejó las llaves dentro del
coche. Pero el compañero Paco Molina se ofreció a llevarlo a su casa para recoger otra llave. Así que Paco, desde ahora, prohibido salir del coche sin
las llaves en la mano. Seguramente no le volverá a ocurrir...
Tras ponerlo en estación, un
buen bocata, alguna charla con algún que compañero, me pongo al siguiente
objetivo. Repasar bien el proceso de colimación... y objetivo conseguido también. Compruebo a
distintos aumentos, y muevo a conciencia los tornillos de Bob que instalé para
mayor comodidad en este proceso. Finalmente observo que los anillos concéntricos
de difracción están todos en el centro y consigo estrellas puntuales. Creo que
colimar es cuestión de un poco de paciencia y de tornillos, se aligera mucho
más que colimando con llaves Allen. De hecho es tan fácil que casi lo incluiría
en el procedimiento de comprobación de cada salida.
Y finalmente me decidí a
observar un poco. Como no llevaba un plan de observación, decido sumarme a la
excursión de dobles en la que estaba Luis Viana, y tras varias de ellas, que
señalará él en su crónica, opto por hacer una visita a M33, que allí estaba, débil
pero bonita, Urano y Neptuno, tras los cuales, observo que al mover el cable el
telescopio no va donde yo le digo... tenía que volver a poner en estación. Sin
problemas, dicho, y... oh oh, la batería ya no daba para más. Compruebo de
nuevo que no hay nada más que hacer, tras unas cuatro horas y poco encendida se
queda frita. Ya es la segunda vez que lo hace, será la última.
Tras la charla de
despedida con los que quedaban, recojo bártulos y pasadas las 5 de la mañana de
vuelta a casa.
La noche estuvo muy bien,
quizás al principio un poco más difusa, mejorando con el paso de las horas. Y
en cuanto a la temperatura, para mí, genial, pues se podía estar en mangas
cortas sin frío a última hora.
Deseando ya que llegue el
próximo fin de semana de observación.
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