Este
viernes pasado nuestra cita mensual, en
fecha cercana a la luna nueva , nos trajo una noche de agridulces sensaciones.
La
positiva y más agradable: volver a reencontrarnos con nuestro amigo y compañero Jose J. Lumbreras y poder compartir una noche de observación
con él. Aunque su participación en el grupo es diaria a través de la red, vivir
en Madrid hace que estos escasos momentos que compartimos al año sean muy
entrañables, agradeciendo siempre su aportación al grupo en humanidad y sabiduría.
La
negativa: a pesar de que todas las previsiones meteorológicas consultadas pocas
horas antes de salir pronosticaba que
sería una noche bastante óptima para desarrollar nuestra afición, a la hora de
la verdad no ocurrió así. Los hados se confabularon para trastocarlo todo y la
cruda realidad que nos tocó vivir fue bien distinta.
Luis Viana y Alfredo García |
A
la hora fijada nos encontramos los siguientes compañeros: Alfredo García,
Manuel Miguel Reina y su hijo Maguel, Carmelo Álvarez, Paco Tello, Juan Domingo
Camacho, Luis Viana y Jose J. Lumbreras. El cielo no presentaba ya las mejores
condiciones debido a que una calima de polvo en suspensión hacían que el color del mismo sobre el
horizonte fuera blanquecino. Además sobre parte del cenit unas nubes de cirros
cúmulus que esperábamos desaparecieran
cuando llegara la noche se mantuvieron tozudamente hasta ya entrada la
madrugada.
Manuel Miguel y Maguel |
Juan Domingo Camacho |
A
esto se le unió unas campanas de luces como hacía tiempo que no veíamos: hacia
la parte sureste las luces de Sevilla capital,
distante en línea recta unos 60 kilómetros llegaban hasta unos 25º
grados de altura; igual sucedía en el horizonte suroeste, las luces de Huelva
a la misma distancia y celebrando su Fiestas Colombinas impedían ver más bajo
de esos grados.
Carmelo Álvarez |
Todos
los planes de trabajo se rompieron, pero no nos rendimos y algunos compañeros
aprovechamos los huecos que dejaban las nubes sobre el cenit para comparar la
calidad de visión de un mismo objeto de cielo profundo en los distintos
instrumentos y con distintos oculares y filtros. Otros tuvieron la “osadía” de
hacer astrofotografía, cuyos resultados esperamos nos lo hagan llegar.
Mientras
se iban montando los equipos dimos buena cuenta de una rica tarta helada de
arroz con leche suministrada por nuestra repostera oficial, acompañada de su
vasito de P.X. Y aunque nadie lo ha pedido, nos permitirnos dar un consejo:
esta liturgia
g-astronómica con la que empezamos cada observación parece dar más
unión al grupo y como a nosotros nos va bien, os recomendamos
ponerla en práctica adaptándola a cada
lugar y circunstancia. (Eso de comerse el bocadillo cada uno en solitario en la
oscuridad de la noche no es “lo ideal”…)
A vuestra salud. |
Por
otro lado mencionar la música celestial que nos regaló en su equipo Jose
Lumbreras para ambientar las horas de observación y también las bromas que durante todo el tiempo se van
repartiendo ante los problemas “técnicos” que habitualmente se suelen
presentar.
Resumiendo:
el trabajo de observación en general discreto en su conjunto, pero la contemplación de algunos objetos
celestes tradicionales y la buena compañía sirvieron para tener una noche más
para recordar.
De fácil montaje. |
Hasta
la próxima.
Buena crónica Paco, sí señor, el cielo, el mal cielo hasta bien entrada la noche, fue la excusa para disfrutar de buena compañía y estrechar lazos de amistad con unos compañeros excelentes.
ResponderEliminarBuenas Paco:
ResponderEliminarPara mi fue una noche espléndida. Tenía unas ganas enormes de veros y compartir con vosotros una noche astronómica.
Un abrazo
Jose Lumbreras