sábado, 7 de marzo de 2015

CRONICAS ANDROMEDANAS

Por Paco Riego:


Me dispongo a verter este comentario, sobre la última visita de observación, para no ser solo lector de las crónicas de los compañeros.

Cuando llegamos este sábado pasado a la Picota, día 21 de febrero, después de salir con Carmelo y Luis Enrique desde el surtidor, en Huelva, ya llevaba en mí las ganas de estar un rato distendido, y en un agradable ambiente de campo, con buenos compañeros –-lejos de los jaleos laborales de a diario-- , y el deseo de hallar la conjunción de Marte y de Venus, que hasta las noticias habían difundido --no obstante tratarse de un evento no extraño-- , como algo espectacular, y digno de destacar, por su llamativa cercanía.

            En esta ocasión, superado ya en parte, al fin, ese frío tan persistente de las últimas observaciones, al que no terminamos de acostumbrarnos de Despeñaperros para abajo, se da la paradoja de que, por las razones que fueren, hemos estado pocos, pero, como siempre, muy a gusto, con la visita entrañable, acompañado de su madre, de Patri, un compañero al que no tenía el gusto de conocer, y al que espero volvamos a ver pronto, disfrutando de esos cielos que tanto nos deleitan.

            Puestos en faena, con mi tubo refractor de 120 mm., me propuse disfrutar de algunas estrellas dobles y del cielo profundo, pero, antes, no me quise perder, como digo, el espectáculo de Marte y Venus, tan pegaditos en esta ocasión, y también ojeé la Luna, no deseada por lo general en astronomía, pero que siempre me place observar, e ir conociéndola, y cuyos cráteres y orografía, por su número y atractiva visibilidad luminosa, me hacen volver a mis ratitos de agradable e inquieto estudio.

            Ojeados los dos planetas, y, como no, siempre nuestro gigante Júpiter, y sus 4 lunas galileanas, me centré –-antes de que desapareciera por el horizonte-- , en esos primeros cráteres de nuestro satélite, que el terminador permite observar a los 3 días de la luna nueva –-que fue el día 18-- . Siempre la Luna, ahí colgadita, mimosa y espectacular.

            Me acompañó durante unos minutos Luis Viana, recién incorporado, porque venía de hacer senderismo, y, aunque cansado, también disfrutó, en su afán lunero, de lo que pudimos observar, mientras que, muy cerquita de mí, y con los dientes largos, por no poder estar en dos sitios a la vez, ni tener 4 ojos, escuchaba al amigo Paco Tello, con ilustrada explicación a otros compañeros, sobre golosos objetos estelares y NGC.

            Antes, y, como de agradable costumbre, el amigo Paco Tello y Sara nos deleitaron el paladar, con unas “orejas”, y con un hornazo, dulces de atractiva combinación con ese vinito, que también es reconfortante aliado en nuestras tardes y noches de observación.

            Desde ahí, me metí en la búsqueda de algunas estrellas dobles, entre otras, Mizar, Alcor, Castor, y Algieba, y no llegué a vislumbrar otras, que tenía apuntadas, como Izar, Flamsteed 17 y 24, Krüger 60, y STF 38, con respecto de las que gustoso, y para la próxima ocasión, he de seguir indagando.

            El problema poco después fue que, por no sé que motivo, ligeramente se desalineó el equipo, y, aún con la inestimable y siempre agradecida ayuda de Carmelo, ya resultó complicado el reajuste. Ni Carmelo ni yo nos atrevimos, porque el láser se empeñó en no funcionar, ante ese frío que lo atonta, y nos dejó, como en esta ocasión, fuera de combate, e incapaz de continuar, producida como digo, por no sé qué motivos, esa ligera desalineación.

            En medio de todo este deleite, como de rondón, apareció una estrella muy brillante por el este, Arcturus, desde la que, siempre distendido e inquieto, seguí la línea, por Spica, hasta Corvus.

            Ya sobre la 1 de la noche, estábamos solos Luis Enrique, Carmelo y yo, y optamos por recoger, atendidas las circunstancias, y satisfechos de nuevo con el trato felizmente recibido, de nuevo, de nuestro querido cielo. Fue, una vez más, una noche espléndida, entrañable por variados motivos. Tiene algo muy especial un cielo tan bonito, cielo que, por algo, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y que es aún más cómodo de estar observándolo, si cabe, con ese Sol que ya empieza a calentar, durante el día y la tarde, fuera de los últimos episodios de frío.

                                        Observando dentro de Tauro.

            Hasta la próxima a todos. Buenos cielos.

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