domingo, 4 de agosto de 2013

EL YING Y EL YANG DEL CIELO EN LA PICOTA.

Este viernes pasado nuestra cita mensual,  en fecha cercana a la luna nueva , nos trajo una noche de agridulces sensaciones.
La positiva y más agradable: volver a reencontrarnos  con nuestro amigo y compañero Jose J. Lumbreras  y poder compartir una noche de observación con él. Aunque su participación en el grupo es diaria a través de la red, vivir en Madrid hace que estos escasos momentos que compartimos al año sean muy entrañables, agradeciendo siempre su aportación al grupo en humanidad y  sabiduría.
La negativa: a pesar de que todas las previsiones meteorológicas consultadas pocas horas antes de salir  pronosticaba que sería una noche bastante óptima para desarrollar nuestra afición, a la hora de la verdad no ocurrió así. Los hados se confabularon para trastocarlo todo y la cruda realidad que nos tocó vivir fue bien distinta. 

Luis Viana y Alfredo García
A la hora fijada nos encontramos los siguientes compañeros: Alfredo García, Manuel Miguel Reina y su hijo Maguel, Carmelo Álvarez, Paco Tello, Juan Domingo Camacho, Luis Viana y Jose J. Lumbreras. El cielo no presentaba ya las mejores condiciones debido a que una calima de polvo en suspensión  hacían que el color del mismo sobre el horizonte fuera blanquecino. Además sobre parte del cenit unas nubes de cirros cúmulus  que esperábamos desaparecieran cuando llegara la noche se mantuvieron tozudamente hasta ya entrada la madrugada.
Manuel Miguel y Maguel
Juan Domingo Camacho
A esto se le unió unas campanas de luces como hacía tiempo que no veíamos: hacia la parte sureste las luces de Sevilla capital,  distante en línea recta unos 60 kilómetros llegaban hasta unos 25º grados de altura; igual  sucedía  en el horizonte suroeste, las luces de Huelva a la misma distancia y celebrando su Fiestas Colombinas impedían ver más bajo de esos grados.
Carmelo Álvarez
Todos los planes de trabajo se rompieron, pero no nos rendimos y algunos compañeros aprovechamos los huecos que dejaban las nubes sobre el cenit para comparar la calidad de visión de un mismo objeto de cielo profundo en los distintos instrumentos y con distintos oculares y filtros. Otros tuvieron la “osadía” de hacer astrofotografía, cuyos resultados esperamos nos lo hagan llegar.
Mientras se iban montando los equipos dimos buena cuenta de una rica tarta helada de arroz con leche suministrada por nuestra repostera oficial, acompañada de su vasito de P.X. Y aunque nadie lo ha pedido, nos permitirnos dar un consejo: esta liturgia g-astronómica con la que empezamos cada observación parece dar más unión  al grupo y  como a nosotros nos va bien, os recomendamos ponerla en práctica  adaptándola a cada lugar y circunstancia. (Eso de comerse el bocadillo cada uno en solitario en la oscuridad de la noche no es “lo ideal”…) 
A vuestra salud.
Por otro lado mencionar la música celestial que nos regaló en su equipo Jose Lumbreras para ambientar las horas de observación y también  las bromas que durante todo el tiempo se van repartiendo ante los problemas “técnicos” que habitualmente se suelen presentar.
Resumiendo: el trabajo de observación en general discreto en su conjunto,  pero la contemplación de algunos objetos celestes tradicionales y la buena compañía sirvieron para tener una noche más para recordar.
De fácil montaje.
Hasta la próxima.







2 comentarios:

Neo dijo...

Buena crónica Paco, sí señor, el cielo, el mal cielo hasta bien entrada la noche, fue la excusa para disfrutar de buena compañía y estrechar lazos de amistad con unos compañeros excelentes.

Jose dijo...

Buenas Paco:

Para mi fue una noche espléndida. Tenía unas ganas enormes de veros y compartir con vosotros una noche astronómica.

Un abrazo

Jose Lumbreras